Cuadros libres, porque nacieron como invisible hoz para segar a sus fantasmas. Cuadros que son carteles urbanos donde podemos encontrar alusiones a la religión, al poder, al arte, al sexo, además de rabia. Mucha rabia y desesperación.
La serie de grafitos pintados entre 1988 y 1991, nos muestran el desencanto de muchos de los integrantes de una generación comprometida social y políticamente al comprobar cómo sus ideales de justicia y libertad quedan sometidos a finales de los años 80 del siglo pasado a un uso torpe de la política y orientada al beneficio personal de quien la gestiona.
En 1988 se vive un momento de paradojas en España. La izquierda que había alcanzado el gobierno, había defraudado para muchos las expectativas de un cambio que se había anunciado como el nacimiento de una nueva era de mayor justicia, prosperidad y paz. Este desencanto lleva a Manuel Solà a hacer su revolución con el lienzo, los pinceles y el óleo para expresar todo lo visto, sufrido y disfrutado en las calles del barrio del Raval de Barcelona donde vive y trabaja. La calle como metáfora de la vida
Por todas partes, promesas vacías que desatan su espíritu artístico en unas obras que vistas a dia de hoy son un diario personal, pero también la crónica de una época, de un desencanto de un tiempo, de un país.
Manuel Solà
